San Pedro Claver, prebítero
Lunes de la XXIII semana del T.O.
La diferencia entre la rigidez humana y la voluntad de Dios se vislumbra en el evangelio de hoy. El hombre no tiene ojos para ver más allá de las ataduras de una norma escrita, mientras que Dios ha puesto en el centro de su mirada el bien del hombre. Quizá debemos reflexionar sobre nuestras formas de mirar alrededor y, especialmente, a nuestros hermanos, a quienes podemos esclavizar o liberar.
Lc 6,6-11
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
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