viernes, 6 de septiembre de 2024

A vino nuevo...

 Viernes de la XXII Semana del T.O.

Si en la Palabra de Dios del domingo pasado se advertía de la importancia capital de la escucha de la Palabra de Dios frente a las tradiciones y las normas humanas, el evangelio de hoy insiste en este asunto. El lenguaje de Dios afecta a lo más profundo del hombre, a aquello que le proporciona el sentido a su existencia y vacía de valor a las normas humanas obsoletas, anticuadas y sin sentido. Hay que dejar que la Palabra de Dios traspase la epidermis y llegue a lo más íntimo para que todo lo que hacemos tenga pleno sentido y nos llene de Vida.


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Lc 5,33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:

«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».

Jesús les dijo:

«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».

Les dijo también una parábola:

«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.

A vino nuevo, odres nuevos.

Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "El añejo es mejor"».

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