domingo, 15 de septiembre de 2024

Si alguno quiere venir en pos de mí...

XXIV Domingo del T.O.

La imagen del Mesías que el pueblo judío esperaba no se corresponde al 100% con el Mesías real y concreto. Mientras el judaísmo esperaba un Mesías triunfante desde el minuto cero, Dios se presenta como el siervo que sufre de Isaías. Y así se lo intenta hacer ver a sus discípulos, aunque no lo entienden hasta después de la resurrección. La fe no es solo un espejismo, la fe compromete, y de qué manera. La fe exige una respuesta comprometida con Dios, con uno mismo y con los demás.


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Mc 8,27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:

«¿Quién dice la gente que soy yo?».

Ellos le contestaron:

«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».

Tomando la palabra Pedro le dijo:

«Tú eres el Mesías».

Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.

Y empezó a instruirlos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».

Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:

«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».

Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».


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