Martes de la XXX Semana del T.O.
El Reino de Dios se construye, casi
sin verlo, gracias a la colaboración de Dios y el hombre. Todos los discípulos
participamos activamente en la construcción de un mundo radicalmente nuevo.
Pero apenas se percibe. Porque queda mucho por hacer, porque a veces nos avergonzamos
de nuestra identidad creyente, porque a veces hay obstáculos, por muchas
razones. Pero hagamos con Dios que la semilla pequeña crezca hasta que el árbol
haya brotado.
Lc 13,18-21
En aquel tiempo, decía Jesús:
«¿A qué es semejante el reino de
Dios o a qué lo compararé?
Es semejante a un grano de
mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y
los pájaros del cielo anidaron en sus ramas».
Y dijo de nuevo:
«¿A qué compararé el reino de
Dios?
Es semejante a la levadura que
una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».
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