Martes de la XXVI Semana del T.O.
Da
la impresión de que el Señor valora más la contemplación que la acción. Pero
todos sabemos que las dos dimensiones son necesarias. A los agentes de pastoral
nos encanta que se escuche la palabra de Dios, pero no nos gusta que la comida
no esté en su sitio a su tiempo. Jesús interpela a Marta que la actividad la
inquiete y la preocupe; es decir, que le quite el tiempo para el resto de
dimensiones esenciales de la vida y de la fe. El tiempo al que dedicamos las
cosas marca nuestra escala de prioridades.
Lc 10,38-42
En
aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en
su casa.
Esta
tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor,
escuchaba su palabra.
Marta,
en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose,
dijo:
«Señor,
¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche
una mano».
Respondiendo,
le dijo el Señor:
«Marta,
Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria.
María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
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