San Lucas, evangelista
Viernes de la XXVIII Semana del T.O.
El Señor envió a otros setenta y
dos. Había más de doce enviados. Y no era la primera vez que enviaba a algunos
discípulos a anunciar la novedad del reino de Dios. Y la novedad iba detrás,
seguro que para dejar claro que los primeros no llevaban una misión propia,
sino que era del que llegaría tras ellos. Y qué interesante resulta ese
desprendimiento absoluto de lo material, lo innecesario, lo superficial… Solo
lo importante…
Lc 10,1-9
En aquel tiempo, designó el Señor
otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los
pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los
obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os
envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni
sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid
primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará
sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa,
comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No
andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os
reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y
decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros"».
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