Sexto día de la Octava de Navidad
Con el inicio del camino del año Jubilar dedicado a la esperanza, contemplamos este relato de Lucas. Ana y Simeón enmarcan la misión del recién presentado en el templo. Ana encarna el cúmulo de esperanzas del pueblo de Israel que van tomando forma en Jesús. Simeón nos ayuda a ver ya que el camino de liberación no va a ser el fácil.
Lc 2,36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
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