El 1 de noviembre celebramos los cristianos la fiesta de todos los santos. Es el día 2 cuando celebramos la memoria de los fieles difuntos. Sin embargo, es ya una tradición que el mismo día de los santos acudamos, a lo largo del día, a los cementerios para cumplir con nuestra obligación como creyentes, orar por nuestros difuntos. Hoy se han repetido en los cementerios las oraciones comunitarias y las personales. Sin embargo, sabemos que el valor de la oración se extiende mucho más allá del lugar y del día. Siempre llevamos presentes en nuestro corazón a quienes nos precedieron y a aquellos seres queridos y amigos con quienes hemos compartido la existencia, pero también la fe.
Las flores son el signo más evidente en estos días. Son vida y transmiten serenidad y belleza. Así han estado nuestros cementerios, bellos y serenos... Llenos de fe y de esperanza.
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