miércoles, 14 de noviembre de 2018

¡Cuántas lepras nos separan hoy!


La lepra no era solo una enfermedad del cuerpo, era una etiqueta que te expulsaba de la comunidad, de la sociedad… Cuando esto ocurría el individuo quedaba fuera de todo vínculo con sus semejantes. Sin duda una auténtica tragedia. Recuperar la salud era también un símbolo de la reincorporación a la vida de la comunidad, por eso presentarse ante la autoridad religiosa. Solo uno de los sanados dio gracias. ¡Cuántas lepras hoy en día alejan a algunos hombres y mujeres! Y como siempre, pocos acuden a dar gracias… No por ello deja de actuar Dios. Siempre la fe se fortalece.
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Lucas 17, 11-19
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, les dijo: “ld a presentaros a los sacerdotes”.
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.

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