El ser humano es un ser
insatisfecho. Hagamos lo que hagamos necesitamos siempre algo más. Nos encantan
los retos de ir a por algo más. Pero, cuidado, asistimos a una sociedad
insatisfecha que pretende llevar sus propios vacíos con el consumo. Eso es
precisamente lo que nos hace más insatisfechos. Nos deja vacíos. Lo que de
verdad llena al hombre está en su interior.
Lc 7,31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor:
-¿A quién se parecen los hombres
de esta generación? ¿A quién los compararemos?
Se parecen a unos niños, sentados
en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos
lamentaciones y no lloráis.»
Vino Juan el Bautista, que ni
comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que
come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores
y pecadores».
Sin embargo, los discípulos de la
Sabiduría le han dado la razón.
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