San Juan Crisóstomo, Obispo y Doctor de la Iglesia
¡Qué dados somos a poner fórmulas para mejorar la vida de los demás! Pero frecuentemente olvidamos que los consejos que vendemos a los demás no los aplicamos a nosotros mismos. Dice el refranero castellano aquello de “consejos vendo que para mí no tengo”. Y así es. Por eso la humildad y la confianza en Dios es una bandera que nos ayuda a caminar.
Lc 6,39-42
En aquel tiempo, ponía Jesús a sus discípulos esta comparación:
–¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «hermano, déjame que te saque la mota del ojo, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
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