San Pío de Pietrelcina
Ocultar nuestra identidad
cristiana no conduce a la felicidad, pero tampoco es parte de nuestra
identidad. El creyente es testigo, es misionero, es luz y sal para los demás.
Ocultar la luz es negarse a sí mismo.
Lc 8,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
-Nadie enciende un candil y lo
tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama lo pone en el candelero para
que los que entran tengan luz.
Nada hay oculto que no llegue a
descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
A ver si me escucháis bien: al
que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.
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