jueves, 23 de enero de 2020

Lo siguió una muchedumbre...


San Ildefonso, Jueves de la II Semana del Tiempo Ordinario
Son los más humildes, los que experimentan la liberación de las ataduras, los dispuestos de corazón quienes reconocen al Señor y lo expresan. Jesús les prohíbe decirlo, pero aún así nada los detiene. Quizá nosotros hemos de sentirnos liberados, hemos de tener ese encuentro íntimo con el Señor para reconocerlo y gritarlo. A veces parece que no da vergüenza…

Mc 3,7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea. Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y Sidón. Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo. Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

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