sábado, 4 de enero de 2020

Ven y verás...


Conocer a Jesús de verdad, sus gestos y palabras, la radical coherencia de su vida, hace que sus discípulos se sientan inmediatamente admirados. El seguimiento de Cristo es eso, es la adhesión personal al Señor. Es poner a Jesús en el centro de nuestra vida y dejarlo todo por él. Es abrir el corazón y dejar que nos transforme.

Jn 1,35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
- «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
- «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron:
- «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo:
- «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
- «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
- «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»

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