Conversión de San Pablo, Sábado de la II Semana del Tiempo Ordinario
El bautizado acoge una misión que
le trasciende, el anuncio del Evangelio. No es un trabajo normal, es una misión
que compromete la vida entera. Por eso no se trata solo de estar preparado,
sino de estar convencido. Significa caer del caballo de tus propias
seguridades, ponerse en las manos de Dios, confiar plenamente en él y saber que
puede que tu propia forma de existir se vea comprometida. ¿Estás dispuesto?
Mc 16,15-18
En aquel tiempo, se apareció
Jesús a los Once y les dijo:
-«Id al mundo entero y proclamad
el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se
salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán
estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán
serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán
las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
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