martes, 21 de enero de 2020

Atados a nuestras palabras...


San Vicente, Miércoles de la II Semana del Tiempo Ordinario
Hemos aprendido tanto del pasado que nos hemos convertido en auténticos magos de las palabras. Los paisanos de Jesús retorcían la norma hasta exprimirla haciendo pasar a todos por el aro, sin atender a las necesidades más íntimas de las personas. Precisamente de los más débiles, de los preferidos de Dios. No hacemos cosas muy distintas. Retorcemos las palabras para que digan lo que queremos oír. Pero ¿qué hacemos con la Palabra de Dios?  ¿También la retorcemos?

Mc 3,1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis:
-«Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó:
-«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre:
-«Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

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