Jueves de la III Semana del Tiempo Ordinario
No tiene mucho sentido ser
portadores de la luz y dedicarnos a esconderla.
Sin embargo, resulta muy habitual encontrarnos con cristianos que
ocultan su condición. No es difícil esconderse en esta sociedad tan abierta y
plural. Precisamente cuando más libre es el ser humano más nos ocultamos. Y
ahora no podemos decir que será por “miedo” a las represalias de nuestros
perseguidores. No, no los tenemos. Pero sí tenemos miedos, muchos. Y esos
miedos están ganando la batalla.
Mc 4,21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a la
muchedumbre:
-«¿Se trae el candil para meterlo
debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se
esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que
salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también:
-«Atención a lo que estáis
oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que
tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.»
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