Domingo
de la V Semana del Tiempo Ordinario
Estamos acostumbrados a las malas noticias… Nuestros informativos
se han convertido, mayoritariamente, en el escaparate de los horrores. Pero no
todo son males en la existencia humana. Si caemos en esta encerrona crecerá en
nosotros la desesperanza. No es lo que Dios nos pide. Al contrario, Jesús nos
dice que somos portadores de luz, de paz, de fe y de esperanza. Que no las
escondamos. Que se las enseñemos a los hombres porque las necesitan y porque
nuestra misión es ser portadores de las buenas noticias.
Mt 5,13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero sí la sal se
vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una
ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del
celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean
vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
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