Sábado de la III Semana del Tiempo Ordinario
Resulta esclarecedor el Evangelio
de hoy. Los discípulos del Señor, los más cercanos a Él tienen miedo cuando las
olas agitan la barca. Temen hundirse. Ese mismo temor que sienten se transmite
al resto. Pensemos un momento en la situación actual, momentos de cambio en
Europa, en nuestro propio país. Y ¿cómo han reaccionado nuestros pastores? ¿Con
miedo a qué? Un miedo que se transmite al resto de la Iglesia. ¿Qué nos diría
Jesús hoy? Nada distinto a ayer o antes de ayer. Que tengamos fe. Pero ¿cómo es
nuestra fe?
Mc 4,35-41
Un día, al atardecer, dijo Jesús
a sus discípulos:
-«Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo
llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un
fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua.
Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
-«Maestro, ¿no te importa que nos
hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento
y dijo al lago:
-«¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran
calma. Él les dijo:
-«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún
no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se
decían unos a otros:
-« ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el
viento y las aguas le obedecen!»
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