Lunes de la XVII Semana del Tiempo Ordinario
En las parábolas que el Evangelio nos propone hoy se
ve el contraste entre unos comienzos insignificantes y un final desbordante. La
presencia del Reino de Dios en germinal en sus inicios, pero ya se ha adentrado
en la historia y crece constantemente. Esta llamada a la constancia y a la
esperanza son esenciales para los creyentes.
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Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola al
gentío:
«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza
que uno toma y siembra en su campo; aunque es la más pequeña de las semillas,
cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un árbol hasta el punto de
que vienen los pájaros del cielo a anidar en sus ramas».
Les dijo otra parábola:
«El reino de los cielos se parece a la levadura; una
mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta». Jesús dijo
todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que
se cumpliera lo dicho por medio del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo
secreto desde la fundación del mundo».
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