Santa Marta. Miércoles
de la XVII Semana del Tiempo Ordinario
El sentido pleno de nuestra vida no se asienta en los
montones de dinero o bienes materiales que podemos atesorar con el paso del
tiempo. En el fondo de nuestro corazón no añoramos lo material, sino la
plenitud del ser. Y la resurrección es esa plenitud. Depositar nuestra fe y
nuestra esperanza en el Señor Resucitado es la clave para encontrar ese
verdadero sentido y ahora estamos en la encrucijada. Cuando parece que los principios y valores se desmoronan, la fe reconstruye.
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Juan 11, 19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a
Marta y a María, para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a
su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi
hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último
día».
Jesús le dice:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí,
aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para
siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios, el que tenía que venir al mundo».
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