Miércoles de
la XIV Semana del Tiempo Ordinario
El envío de los doce apóstoles se dirige, inicialmente,
a las ovejas descarriadas de Israel. Ya llegará el momento de la misión
universal. Esto nos debe hacer reflexionar en tantas y tantas personas que
estuvieron cerca de la fe y que se alejaron. En sus porqués y sus miedos. En
nuestras responsabilidades de testigos. Nuestro testimonio va directo a ellos.
Mateo 10, 1-7
En aquel tiempo, Jesús, llamó a sus doce discípulos y
les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y
toda dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el
primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y
Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el
de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las
ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos».
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