Santa Brígida, patrona de Europa. Jueves de la XVI Semana del Tiempo Ordinario
El testimonio del creyente no es sobre sí mismo, sino
sobre quien lo ha llamado a vivir una vida nueva. Por eso nos sentimos ligados
íntimamente a Cristo. Nuestro fruto es abundante porque la vida que recibimos
así lo hace. Ligados al Señor somos discípulos y testigos del Reino de Dios.
Juan 15, 1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A
todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo
poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he
hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis
hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se
seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto
abundante; así seréis discípulos míos».
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