San Francisco de Asís
Lunes de la XXVII Semana del Tiempo
Ordinario
El
mensaje del Señor no es difícil de entender, aunque costoso de llevar a lo
cotidiano. ¿Quieres ganar la vida eterna? Solo tienes que hacer gestos
sencillos en el día a día. Estar atento a las necesidades de tus “próximos”.
Sentir con ellos. Cuidarlos. Servir a Dios como testigo de su amor. No es
complicado de decir. ¿Y de hacer?
Lucas 10, 25-37
En
aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley y preguntó a Jesús para ponerlo a
prueba:
«Maestro,
¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él
le dijo:
«¿Qué
está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?».
Él
respondió:
«Amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza”
y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo».
Él
le dijo:
«Has
respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
Pero
el maestro de la Ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
«¿Y
quién es mi prójimo?».
Respondió
Jesús diciendo:
«Un
hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo
desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por
casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y
pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio
un rodeo y pasó de largo.
Pero
un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, se
compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y,
montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día
siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo:
"Cuida
de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva".
¿Cuál
de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?».
Él
contestó:
«El
que practicó la misericordia con él».
Jesús
le dijo:
«Anda,
haz tú lo mismo».
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