Viernes de la V Semana de Cuaresma
Es
la ceguera del hombre, de la raza, de la religión, de la nación, de la cultura,
de las tradiciones, … de lo que quieras poner… En definitiva es la incapacidad
del hombre para mirar de otra manera que no sea desde el egoísmo que se
convierte en fundamentalismo y arrastra a todos. Frente a esa dinámica, la de
Dios es el amor, el desprendimiento, el horizonte de sentido que construye
hombre y mujeres nuevos capaces de ver más allá del egoísmo. Aquí está la
diferencia entre apedrear o creer. ¿Y tú?
Jn 10,31-42
En
aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él
les replicó:
«Os
he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me
apedreáis?».
Los
judíos le contestaron:
«No
te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un
hombre, te haces Dios».
Jesús
les replicó:
«¿No
está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses"? Si la
Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede
fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís
vosotros: "¡Blasfemas!" Porque he dicho: "Soy Hijo de
Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago,
aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que
el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron
de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al
otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó
allí.
Muchos
acudieron a él y decían:
«Juan
no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y
muchos creyeron en él allí.
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