La Anunciación del Señor
Martes de la III Semana de Cuaresma
¿Y si el evangelio de hoy
empezase así: el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una provincia del
noroeste español llamada Zamora…? ¿Y si se dirigiese a ti? No me digas cual
sería tu respuesta. Pero medita en tu interior qué le responderías. No sé si
encontrarías excusas de esas que inventamos cuando no queremos escuchar. O
quizá de esas tan socorridas en los momentos de aprieto. Dios sigue necesitando
de tus manos, de tu compromiso y de tu energía para extender su reino. Hazte un
pequeño favor y, al menos, hazte estas preguntas y esta reflexión a la luz del
evangelio, porque Dios quiere alegrar tu vida. Cuaresma también es alegrarse
por la llamada de Dios a seguirle en lo cotidiano, en lo elegido, en tu
vocación.
Lc 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel
fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la
virgen era María.
El ángel, entrando en su
presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante
estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has
encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y
le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el
Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob
para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco
varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre
ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va
a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un
hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque
para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
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