Miércoles de Ceniza
Tiempo de Cuaresma
Cuaresma es mirar donde
habitualmente no lo haces para conocerte, reconocerte, convertirte y dejarte
transformar. Y ahí es donde Dios quiere que vayamos. El Espíritu nos empuja a
este camino cuaresmal de encuentro con nosotros mismos, con los demás y con
Dios. La Iglesia nos ofrece tres caminos que no pueden ir por separado. El
ayuno que nos ayuda a entrar en nuestro interior. La limosna que nos acerca a
la empatía con el otro. Y la oración que nos sitúa en los brazos de Dios para
dialogar con él. Ya estamos invitados.
Mt 6,1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no
tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna,
no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas
y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han
recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas
limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna
quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los
hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas
de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han
recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra
en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu
Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara
triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los
hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes,
perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los
hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo
escondido, te recompensará».
No hay comentarios:
Publicar un comentario