viernes, 30 de abril de 2021

Yo soy...

 Viernes de la IV Semana de Pascua

El desconcierto ante las palabras del Maestro es importante entre los discípulos. No acaban de entender la profundidad de la misión que está llevando a cabo. Entienden todo desde un mesianismo relevante, apuntado al triunfo material. Sin embargo la propuesta de Jesús es distinta, exige un desarraigo material y sustituirlo por una adhesión personal a Jesucristo.


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Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».

Tomás le dice:

«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»

Jesús le responde:

«Yo soy el camino y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

jueves, 29 de abril de 2021

Una carga ligera...

Santa Catalina de Siena

 Jueves de la IV Semana de Pascua

Si una actitud resalta sobre muchas otras en la obra de Jesús es la humildad. No es muy frecuente en la actualidad, pero tampoco es alabada por nuestra sociedad. Sin embargo, frente a ello, el Señor nos da ejemplo con su propia vida. De poco sirven las palabras si no van acompañadas por obras. Y la obra del Señor fue modelo porque su mesianismo no fue triunfante, sino que pasó por la cruz..


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Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

miércoles, 28 de abril de 2021

No he hablado por cuenta mía...

Miércoles de la IV Semana de Pascua

El mensaje inicial del evangelio se dirige al pueblo judío, el pueblo elegido en el Antiguo Testamento. Pero la salvación colectiva es rechazada. Ahora la salvación, destinada a toda la humanidad, resulta que se sostiene en la fe de cada individuo. El seguimiento es la adhesión personal a Jesús que es misionero al tiempo que objeto y contenido de la misión. Y nosotros, ¿nos anunciamos o testimoniamos al Señor?


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Juan 12, 44-50

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:

«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.

Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre». 

martes, 27 de abril de 2021

Os lo he dicho y no creéis...

 Martes de la IV Semana de Pascua

El Mesías esperado no es un caudillo militar. Es el contraste entre lo que esperan los religiosos judíos y lo que es la voluntad de Dios. La misión de Jesús está referida al Padre, no se puede separar. Quizá nosotros tenemos la tentación de anunciarnos a nosotros y olvidarnos de la fuente de nuestra fe. Corremos el riesgo de entrar en una esquizofrenia de la fe y el testimonio.


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Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:

«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».

Jesús les respondió:

«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado, es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

lunes, 26 de abril de 2021

Brille así vuestra luz...

San Isidoro, Obispo y Doctor

 Lunes de la IV Semana de Pascua

La misión del cristiano no se ciñe a la salvación individual. Ser cristiano es ser en comunidad, vivir para los otros. La misión principal del discípulo es ser testigo de lo que hemos recibido, luz, sal, aliento y alimento en medio de esta sociedad.


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Mateo 5, 13-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».

domingo, 25 de abril de 2021

El buen pastor da la vida por las ovejas...

San Marcos, Evangelista 

IV Domingo de Pascua

El evangelio de hoy nos pone ante la encrucijada de la postmodernidad. Frente a una cultura del narcisismo, que ahonda en el individualismo como única forma de salvación, Jesús se nos presenta como el pastor que da la vida por los demás, por las ovejas. Su misión no se agota en la salvación individual, sino que se completa con la salvación de todos. Y en eso andamos ahora. Inmersos en una cultura individualista, una cultura de la autorrealización, del sálvese quien pueda. Hemos perdido la óptica que nos posibilita mirar a nuestro alrededor y reconocer en el otro a un hermano.


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Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

sábado, 24 de abril de 2021

¿A quién vamos a acudir?

 Sábado de la III Semana de Pascua

La propuesta de Jesús es integral, afecta a todo el ser humano. Pero además no es individual, sino comunitaria. No se puede vivir la fe al margen de la mesa del banquete eucarístico. Fuera de esa mesa el hombre se siente desorientado.


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Juan 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:

«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».

Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:

«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, hay algunos de vosotros que no creen».

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.

Y dijo:

«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:

«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:

«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios».

viernes, 23 de abril de 2021

El que come de este pan...

 Viernes de la III Semana de Pascua

A diferencia de lo que ocurría con el alimento que Moisés proporcionaba a los israelitas al salir de Egipto, la comunión con Jesús significa la comunión plena con él. No es un alimento perecedero, nos introduce a la vida eterna y anticipa la resurrección.


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Juan 6, 52-59

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:

«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?».

Entonces Jesús les dijo:

«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».

Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

jueves, 22 de abril de 2021

Palacios de Pan: 22 y 23 de abril, fiesta del Bendito Cristo del Río

Los días 22 y 23 de Abril en Palacios del Pan se celebra la fiesta del Bendito Cristo del Río. Los dos días se bendicen los campos, este año sólo la Eucaristía.



Serán todos discípulos de Dios...

 Jueves de la III Semana de Pascua

El seguimiento de Jesús implica la escucha de su Palabra, pero implica el acercamiento a su forma de vida, exige la coherencia en los compromisos vitales, pero no como una imposición, sino como fruto de la confianza plena y absoluta en el Señor. El que lo sigue de esta manera entra a formar parte de la mesa de la comunión.


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Juan 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende viene a mí.

No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

miércoles, 21 de abril de 2021

Esta es la voluntad de mi Padre...

Miércoles de la III Semana de Pascua

La propuesta de Jesús no es su propuesta, es la propuesta del Padre para todos los que le escuchan. Es decir, la misión de Jesús no es fruto de una actitud caprichosa, sino de la convicción firme de cumplir la voluntad del Padre. A veces nosotros caemos en la tentación de testimoniarnos a nosotros mismos, pero eso no es ser apóstol.


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Juan 6, 35-40

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.

Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.

Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.

Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día». 

martes, 20 de abril de 2021

¿Qué signo haces tú para que creamos?

Martes de la III Semana de Pascua

La gente sigue pidiendo a Jesús un gesto… algo que sustente el seguimiento. Piden alimento, como en el Antiguo Testamento, en el desierto recibieron de Moisés el alimento diario. Pero Jesús transciende lo material y él mismo se ofrece como alimento verdadero. El Señor nos pide una adhesión personal a él.


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Juan 6, 30-35

En aquel tiempo, en gentío dijo a Jesús:

«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».

Jesús les replicó:

«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».

Entonces le dijeron:

«Señor, danos siempre de este pan».

Jesús les contestó:

«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed». 

lunes, 19 de abril de 2021

¿Cuándo has venido aquí?

 Lunes de la III Semana de Pascua

Jesús sacia el hambre de sus contemporáneos. Acaban de comer hasta saciarse y buscan al que sabe que los alimenta. Nosotros, mayoritariamente, estamos saciados del pan material. Sin embargo, nuestra hambre es más difícil de saciar. Por eso seguimos buscando. Hacemos presentes y actuales las palabras del Señor: trabajad por el pan que perdura. Por el que llena nuestra vida. ¿Seremos capaces de encontrar ese pan en el Señor?


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Juan 6, 22-29

Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar.

Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.

Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:

«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»

Jesús les contestó:

«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios».

Ellos le preguntaron:

«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».

Respondió Jesús:

«La obra de Dios es ésta: que creáis en el que él ha enviado».

domingo, 18 de abril de 2021

¿Por qué os alarmáis?

III Domingo de Pascua

Los discípulos siguen con sus dudas y con una gran dosis de incertidumbre. Los de Emaús llegan exultantes y transmiten a los demás lo que han experimentado. Se abren nuevas expectativas. Junto a lo oscuro y lo oculto, el optimismo de Emaús. Y el Resucitado se hace presente, reconocible y palpable. Hoy también se nos hace presente y reconocible, ¿pero tenemos los sentidos abiertos?


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Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«¿Tenéis ahí algo de comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

Y les dijo:

«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:

«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto». 

sábado, 17 de abril de 2021

Querían recogerlo a bordo...

 Sábado de la II Semana de Pascua

La inmensidad del mar y los misterios que esconde, junto a las fuerzas de la naturaleza nos hacen sentirnos inseguros. La inseguridad nos genera miedo e incertidumbre. Y los seres humanos necesitamos certezas. La Iglesia es la barca que cruza el mar y sufre los embistes de las olas, de las mareas y del viento. Ello, a veces nos hace sentirnos inseguros, nos hace dudar y necesitamos sentir cerca al Señor, pedirle que suba y camine a nuestro lado.


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Juan 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.

Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.

Pero él les dijo:

«Soy yo, no temáis».

Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

viernes, 16 de abril de 2021

¿Qué es eso para tantos...?

Viernes de la II Semana de Pascua

Son las palabras de Jesús y sus gestos los que atraen a una multitud que necesita que la sacien. Es esto lo que desata una cadena de favores que acaban con el Señor. El muchacho que pone a disposición de los demás lo que tiene (y lo que es), los discípulos que reparten, Jesucristo que obra el milagro. Así es la Eucaristía, el encuentro en el que todos compartimos con los demás lo que somos y tenemos; el ámbito en el que se desata una ola de amor que nos une en comunión y que culmina con la donación gratuita del mismo Señor.


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Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.

Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.

Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:

«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?».

Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.

Felipe le contestó:

«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:

«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?».

Jesús dijo:

«Decid a la gente que se siente en el suelo».

Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.

Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.

Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:

«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:

«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».

Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. 

jueves, 15 de abril de 2021

Vidas enraizadas...

 Jueves de la II Semana de Pascua

Podemos asentar nuestra vida sobre cimientos sólidos, o podemos asentarla sobre tierras movedizas. Quien se aleja de los principios, de los valores y de la fe se dispone a navegar en un barco que sin timón ni timonel, al antojo de las mareas, las corrientes y las olas. Así nos ocurre cuando en nuestra vida no enraizamos nuestras decisiones en principios sólidos, sino que nos gobernamos por la acumulación de bienes materiales. Nosotros decidimos.


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Juan 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.

El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

miércoles, 14 de abril de 2021

El que obra el mal detesta la luz...

 Miércoles de la II Semana de Pascua

Jesucristo es un regalo del Padre a los hombres y mujeres… es un don en gratuidad. Pero para alcanzar la salvación es necesaria una opción personal. No basta que Dios se nos dé gratuitamente, es necesario que la humanidad acepte y asuma salir de las tinieblas, de la oscuridad y caminar hacia la luz. ¿Estoy dispuesto a salir de mi zona de confort?


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Juan 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.

En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

martes, 13 de abril de 2021

¿No lo entiendes...?

 Martes de la II Semana de Pascua

A Nicodemo le resulta difícil entender el camino de la salvación. No ve que el Mesías tenga que sufrir para salvarnos. No entiende que el camino hacia la vida plena suponga pasar por la cruz. No es sólo cuestión de un saber intelectual, es necesario disponer el interior, abrirse a lo que Dios dice y hace, contemplar…


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Juan 3, 5a. 7b-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

Nicodemo le preguntó:

«¿Cómo puede suceder eso?»

Le contestó Jesús:

«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo; hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hable de las coas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

lunes, 12 de abril de 2021

Fue a ver a Jesús de noche...

Lunes de la II Semana de Pascua

Nicodemo representa a esa porción del judaísmo oficial que se acerca a Jesucristo, pero que no acaba de tener las cosas claras. Podría representarnos a cada uno de nosotros en muchos momentos de incertidumbre en nuestra vida. En medio de la noche Nicodemo acude al encuentro con el Señor. En medio de nuestras noches ¿acudimos nosotros al encuentro con la luz del Resucitado?


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Juan 3, 1-8

Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:

«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».

Jesús le contestó:

«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».

Nicodemo le pregunta:

«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? ».

Jesús le contestó:

«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». 

domingo, 11 de abril de 2021

Dichosos los que creen...

 II Domingo de Pascua

El tiempo que Jesús compartió con sus discípulos de aldea en aldea, recorriendo caminos, haciendo gestos y enseñándoles no fue suficiente para que entendieran el significado y la profundidad del misterio. La resurrección no causó en ellos un efecto inmediato ni hizo que comprendieran todo de repente. Necesitaron un tiempo para asimilar todo lo ocurrido y lo aprendido. La presencia del resucitado en medio de ellos da al grupo serenidad frente al miedo, paz frente a la inquietud y fortaleza frente a la debilidad. ¿Dedicamos nosotros ese tiempo al encuentro con el resucitado para afrontar con valentía ser sus testigos?


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Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:

«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:

«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:

«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:

«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás:

«¡Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:

«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

sábado, 10 de abril de 2021

Les echó en cara su incredulidad...

 Sábado de la Octava de Pascua

Jesús se aparece a María. Una mujer. Es ella quien después narra su encuentro a los discípulos. Sin embargo, la respuesta de los discípulos es la incredulidad. Frente a la disposición de una mujer la duda de los hombres. Y aun así se mantiene el papel predominante de los hombres en la Iglesia fundada por Cristo. No cabe duda que los condicionantes históricos y las estructuras humanas jugaron su papel, pero en pleno siglo XXI ¿no continuamos teniendo esas diferencias sustanciales en la Iglesia?


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Marcos 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.

Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.

Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.

También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.

Y les dijo:

«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

viernes, 9 de abril de 2021

Echad la red y encontraréis...

 Viernes de la Octava de Pascua

Los discípulos extrañan la presencia del Jesús. En la noche, sin la luz del Señor se desaniman, no parece tener fruto su trabajo… No pescan, no fructifica el esfuerzo misionero. Sin embargo, basta una palabra de aliento del Maestro para que se recupere la esperanza. Él no falla. ¿Por qué perdemos la confianza?


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Juan 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice:

«Me voy a pescar».

Ellos contestan:

«Vamos también nosotros contigo».

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

Jesús les dice:

«Muchachos, ¿tenéis pescado?».

Ellos contestaron:

«No».

Él les dice:

«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».

La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:

«Es el Señor».

Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:

«Traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

Jesús les dice:

«Vamos, almorzad».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

jueves, 8 de abril de 2021

¿Por qué dudáis...?

 Jueves de la Octava de Pascua

Ante lo inesperado por desconocido, los discípulos no reaccionan. Necesitan un tiempo para encajar el verdadero significado de la resurrección. Jesús los interpela, los interroga, incluso sobre su propia fe. Aun así no reaccionan, hacen silencio. Contemplan y son testigos de algo nunca visto. El Cristo muerto en la cruz está vivo, ha vencido a la muerte. Hacen silencio e interiorizan el significado en su vida. Nuestra vida discurre entre mucho ruido… necesitamos contemplar, hacer silencio y dejar que el Señor nos interpele.


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Lucas 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:

«Paz a vosotros».

Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.

Y él les dijo:

«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

«¿Tenéis ahí algo de comer?».

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

Y les dijo:

- «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí»

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

Y le dijo:

- «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

 

miércoles, 7 de abril de 2021

Sus ojos no eran capaces de reconocerlo...

 Miércoles de la Octava de Pascua

Otro encuentro del Resucitado. En esta ocasión dos discípulos abatidos, derrotados y temerosos se van de Jerusalén. La ciudad en la que se esperaba la llegada del Mesías ha sido el escenario de otro fracaso. Jesús se hace el encontradizo, sale en su busca, quiere que entiendan, que vean y sientan. Aun así sus sentidos están paralizados. Por el miedo o la desesperanza. ¿Cómo están nuestros sentidos? Él les explica las escrituras y parte el pan. En la Palabra de Dios y en la Eucaristía lo reconocen. ¿Reconocemos hoy nosotros al Señor en su Palabra y en la Eucaristía? Ellos se volvieron a Jerusalén, ¿y nosotros?


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Lucas 24, 13-35

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

- «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:

- «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?».

Él les dijo:

- «¿Qué?».

Ellos le contestaron:

- «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo:

- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrará así en su gloria?»

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea a donde iban y él hizo simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:

- «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro:

- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

martes, 6 de abril de 2021

¿A quién buscas?

 Martes de la Octava de Pascua

Antes del encuentro con el resucitado María busca un cadáver. Es el encuentro con él lo que transforma a las personas. Pero hay que tener el corazón dispuesto para que los sentidos vayan un poco más allá de lo esperado. Tras el encuentro María no busca un cadáver, sino que se convierte en testigo que anuncia la vida. No sé si nosotros seguimos buscando un cadáver o testimoniamos al Dios de la Vida.


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Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:

«Mujer, ¿por qué lloras?»

Ella les contesta:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice:

«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:

«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».

Jesús le dice:

«¡María!».

Ella se vuelve y le dice:

«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!».

Jesús le dice:

«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro"».

María Magdalena fue y anunció a los discípulos:

«He visto al Señor y ha dicho esto».