Jueves de la III Semana de Pascua
El seguimiento de Jesús implica
la escucha de su Palabra, pero implica el acercamiento a su forma de vida,
exige la coherencia en los compromisos vitales, pero no como una imposición,
sino como fruto de la confianza plena y absoluta en el Señor. El que lo sigue
de esta manera entra a formar parte de la mesa de la comunión.
Juan 6, 44-51
En aquel tiempo, dijo Jesús al
gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo
atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas:
“Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende viene
a mí.
No es que alguien haya visto al
Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en
verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida.
Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que
baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado
del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne
para la vida del mundo».
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