jueves, 1 de abril de 2021

Si no te lavo...

 Jueves Santo

Incluso los más cercanos a Jesús, aquellos que habían recibido más formación y habían compartido la intimidad del maestro no acaban de entender. Mientras ellos se disputan por los puestos importantes en un reino que creían terreno, Jesús les está diciendo que lo importante es el servicio y los gestos más sencillos. Y empieza por lavarles los pies y compartir el pan. Gesto que podía resultar para ellos escandaloso. A veces en nuestra iglesia, cargada de estructuras humanas también nuestras peleas son por el poder, por ocupar un puesto y olvidamos que lo realmente importante, lo que el Señor nos pidió fue que sirviéramos a los demás y en ellos a Dios. Ante los momentos más importantes del misterio de salvación, dejémonos transformar por Dios, que su Palabra rompa nuestros esquemas humanos…


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Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando, ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:

- «Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?».

Jesús le replicó:

- «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».

Pedro le dice:

- «No me lavaras los pies jamás».

Jesús le contestó:

- «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».

Simón Pedro le dice:

- «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».

Jesús le dice:

- «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:

- «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

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