San Joaquín y Santa Ana
Lunes
de la XVII Semana del Tiempo Ordinario
La fe se fortalece en quien
espera y ve cómo lo esperado llega a producirse. Una semilla que germina, la
levadura que hace crecer el pan. Desde lo cotidiano, lo pequeño y, en
ocasiones, incomprensible, Dios se manifiesta y engrandece. San Joaquín y Santa
Ana fueron testigos de excepción del obrar de Dios en su hija, María.
Mateo
13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso
otra parábola al gentío:
«El reino de los cielos se
parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo; aunque es la
más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se
hace un árbol hasta el punto de que vienen los pájaros a anidar en sus ramas».
Les dijo otra parábola:
«El reino de los cielos se parece
a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta para que
todo fermenta».
Jesús dijo todo esto a la gente
en parábolas y sin parábolas no les hablaba nada, para que se cumpliera lo
dicho por medio del profeta:
«Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
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