Domingo de la XIV Semana del Tiempo Ordinario
Entre
la admiración y la desconfianza… Sí, así deja el testimonio del profeta a sus
contemporáneos. A quienes más lo conocían. Precisamente ellos se sorprenden de
la sabiduría de lo sencillo y lo cotidiano. Nosotros, que conocemos bien al
Señor, no dejamos de hacer cosas parecidas… Nos admiramos, pero ¿confiamos?
Marcos 6, 1-6
En
aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando
llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada:
«¿De
dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos
milagros que realizan sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María,
hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con
nosotros aquí?».
Y
se escandalizaban a cuenta de él.
Les
decía:
«No
desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su
casa».
No
pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las
manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y
recorría los pueblos de alrededor enseñando.
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