Miércoles de la XXV Semana del Tiempo Ordinario
La llamada al apostolado exige poner a Dios en el centro del mensaje y de la vida. Dios proveerá. El apóstol debe ir ligero de equipaje, sin más ataduras que la de la fidelidad al evangelio, porque eso ha llenado su vida y lo demás es innecesario.
Lucas 9, 1-6
En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
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