San Alberto Magno, Obispo y Doctor
Lunes de la XXXIII Semana del Tiempo
Ordinario
¿Cuántos
obstáculos ponemos a los demás para llegar a Jesús? Y sin embargo, ¿no
deberíamos ser puentes en vez de barreras? Somos de los que reñían al ciego de
nacimiento o somos de los que acogen, facilitan y proponen…
Lucas 18, 35-43
Cuando
se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo
limosna.
Al
oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa
Jesús Nazareno».
Entonces
empezó a gritar:
«¡Jesús,
hijo de David, ten compasión de mí!».
Los
que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«¡Hijo
de David, ten compasión de mí!».
Jesús
se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando
estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué
quieres que haga por ti?».
Él
dijo:
«Señor,
que recobre la vista».
Jesús
le dijo:
«Recobra
la vista, tu fe te ha salvado».
Y
enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios.
Y
todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
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