viernes, 31 de enero de 2025

La tierra va produciendo...

 San Juan Bosco

Viernes de la III Semana de Ordinario

Nos hemos acostumbrado al mundo en el que vivimos que busca la eficiencia y los resultados, a poder ser a corto plazo. Pero el reino de Dios no funciona de la misma manera. Lleva su ritmo, espera, respeta las inquietudes y los diferentes ritmos de las personas, confía en la acción del Espíritu Santo. Nosotros queremos tenerlo todo controlado. Y la verdad es que es imposible. Además nos enfadamos si no conseguimos conversiones inmediatas. Fracasamos, pero lo hacemos nosotros. Deja que Dios también haga su trabajo, que el Espíritu actúe.


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Mc 4,26-34

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:

«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también:

«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».

Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

miércoles, 29 de enero de 2025

El que tenga oídos...

Miércoles de la III Semana de Ordinario

La interpelación de Dios al hombre pasa por un criterio irrenunciable y necesario, la voluntad o disposición del ser humano a escuchar a Dios. De poco servirá que Dios te haga una propuesta si no pones ni uno solo de los sentidos en la misma frecuencia en la que Dios te está llamando. Por ello este fragmento del evangelio de Marcos nos pone sobre la pista. Cada uno de nosotros sabe en qué situación está, cómo de abonado se encuentra nuestro corazón y cómo de despiertos nuestros sentidos. La misma comunidad cristiana debe también saber qué disposición tiene a atender a la demanda del Señor. ¿Estamos en camino? ¿Hemos dispuesto nuestro sentir y nuestro compromiso?


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Mc 4,1-20

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.

Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:

«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

Y añadió:

«El que tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.

Él les dijo:

«A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que "por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados"».

Y añadió:

«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».


martes, 28 de enero de 2025

¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

Santo Tomás de Aquino

Martes de la III Semana de Ordinario

Sería muy fácil decir que Jesús reniega de su familia. Pero no es así. La presencia de los más cercanos le sirve a Jesús para interpelar a sus oyentes. Les interpela introduciendo un nuevo valor a la relación del ser humano con Dios, la filiación. Hijos de Dios y hermanos, cuyas consecuencias traspasan todos los posibles obstáculos y resistencias que ponemos a nuestros compromisos. ¿Acaso no nos invita esto a reflexionar sobre nuestros propios lazos con la comunidad de creyentes?


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Mc 3,31-35

En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dice:

«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».

Él les pregunta:

«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:

«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».


lunes, 27 de enero de 2025

¿Cómo va a echar Satanás a Satanás?

 Lunes de la III Semana de Ordinario

¡Qué fuerza ejerce el mal en nuestro mundo! ¡Y qué fuerza aplica en nosotros! Es posible que nos resulte fácil ver lo que hace en los demás, en la lejanía, en el mundo y en nuestra sociedad. Pero hoy es una oportunidad para preguntarnos sobre todo aquello que nos separa de Dios. En todo eso está el mal y ejerce su innegable fuerza. Acerquémonos a la palabra de Dios y así fortalecemos nuestros vínculos con el Padre.


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Mc 3,22-30

En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:

«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».

Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:

«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.

En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

domingo, 26 de enero de 2025

Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él

III Domingo del Tiempo Ordinario

El pasado domingo asistimos al primer gesto de Jesús en su acción evangelizadora, la conversión el agua en vino durante la celebración de la boda, seguramente, de unos amigos de la familia. Es el inicio joánico de la misión salvadora de Jesucristo. Hoy proclamamos el inicio de la misión según Lucas. No menos sorprendente. En su tierra, entre su gente, en el espacio litúrgico de la sinagoga de Nazaret y ante las autoridades religiosas de la zona, Jesús se proclama el enviado de Dios. Y el contenido de su misión es claro, su programa está lleno de compromisos con aquellos a los que Dios ama y que nosotros dejamos a un lado. Cada uno sabe a quiénes seguimos dejando a un lado. A quienes señalamos o ninguneamos. Esos son los elegidos de Dios. Y a ellos se dirige la mirada de su Hijo.


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Lc 1,1-4;4,14-21

Ilustre Teófilo:

Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.

Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».


viernes, 24 de enero de 2025

Llamó a los que él quiso...

San Francisco de Sales, obispo y doctor

Viernes de la II Semana de Ordinario

No llamó a quienes se habían apuntado. No. Llamó a los que él quiso. A los que deseó. Pero sobre todo a los que amó. Y los llamó para algo especial, para que estuvieran con él, es decir, para que se vincularan a él y estuvieran en comunión con él. Y estando con él aprendieran y fueran testigos, es decir, anunciaran lo que veían como signo de la llegada de un tiempo radicalmente novedoso. Y además, esas palabras estuvieran acompañadas de gestos. Pues hoy sigue llamando, puede que a ti o a mí… Y no para cosas distintas a las de antes, sino para lo mismo, para estar en comunión con él, ser sus testigos con palabras y con gestos. ¿Te animas?


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Mc 3,13-19

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él.

E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios:

Simón, a quien puso el nombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.

jueves, 23 de enero de 2025

Todos los que sufrían de algo...

 San Ildefonso, Obispo

Jueves de la II Semana de Ordinario

La gente se agolpa ante Jesús, van tras él, quieren tocarlo. Se sienten necesitados de curación, de contacto sanador. ¡Cuánta gente hoy necesita esperanza y consuelo! ¡Cuántos ansían palabras de vida, cuántos piden ser tocados con cercanía y cariño! Y Jesús, al igual que en su tiempo pidió la colaboración de sus discípulos hoy solicita la nuestra.


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Mc 3,7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.

Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.

Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.

Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.

Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:

«Tú eres el Hijo de Dios.»

Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

miércoles, 22 de enero de 2025

Extiende la mano...

 San Vicente, mártir

Miércoles de la II Semana de Ordinario

Jesús entra en la sinagoga y se encuentra un hombre con una mano paralizada. Es posible que también nosotros tengamos algo paralizado. Que algo en nuestra vida nos incapacite para hacer algo. A veces es solo un miembro el que nos incapacita para tomar la iniciativa, para dar un paso adelante, para tomar las riendas de nuestra vida. En esos momentos Jesús nos mira, nos coloca en el centro y nos recupera. Pero ¿dejamos que quite nuestras limitaciones o ponemos impedimentos para que lo haga? ¿Somos de los que salvan o de los que condenan?


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Mc 3,1-6

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.

Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio.»

Y a ellos les pregunta:

«¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»

Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre:

«Extiende la mano.»

La extendió y su mano quedó restablecida.

En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.

martes, 21 de enero de 2025

Mira...

 Santa Inés, virgen y mártir

Martes de la II Semana del Tiempo Ordinario

El dedo acusador de los fariseos se convierte en un arma peligrosa y que no permite ver más allá de los propios intereses, ya sean económicos, ideológicos o religiosos. Cuando Jesús tiene frente a sí el dedo que lo acusa mira a las escrituras, que sirven como espejo interpelador. Pero también abre horizontes nuevos y cambia la óptica de la mirada. Dios pone en el centro de su mirada al ser humano, al destinatario último de su acción. Y quizá es así como debemos aprender a mirar a los demás, como lo hace Dios.


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Mc 2, 23-28

Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.

Los fariseos le preguntan:

«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?».

Él les responde:

«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?».

Y les decía:

«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».

 

lunes, 20 de enero de 2025

A vino nuevo, odres nuevos...

San Fabián y San Sebastián

Lunes de la II Semana del Tiempo Ordinario

Resulta que los discípulos de Jesús no ayunan. Pero es que resultan que no solo no ayunan, sino que además suelen comer con personas poco recomendables. Quizá este sea el signo de la llegada de un tiempo nuevo, marcado por otros criterios, por los de amor de Dios preferencial por los desheredados, porque Jesús abre el tiempo del reino de Dios, una estructura mucho más humanizadora que la que había hasta el momento.


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Mc 2,18-22

En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:

«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contesta:

«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.

Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor.

Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

 

domingo, 19 de enero de 2025

Haced lo que él os diga...

 II Domingo del Tiempo Ordinario

Pongámonos en situación. Jesús acude con su madre a una boda, seguramente un compromiso de familiares o amigos. Es posible que no sea el mejor momento para que Jesús haga un signo, pero se presenta la necesidad que para los novios es acuciante. No parece estar por la labor, no se compadece, como esta semana escuchamos con el leproso, pero actúa. Y actúa empujado por su madre. María, la mujer que lo trajo a la carne, que lo presenta en el templo, que lo educa y acompaña, también está en el momento de iniciar la vida pública. El resto lo sabemos. Dios se hace presente en lo cotidiano, en la necesidad de cada persona, de cada familia. Dios no deja a nadie a un lado, ni tampoco se inmiscuye en los asuntos de cada uno. Respeta la libertad. No olvidemos tampoco que con agua y vino se inicia su vida pública en Juan. Con agua y vino sella su pacto en la última cena y en la cruz. La Eucaristía es ese don de Dios que recibimos cada domingo.


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Jn 2,1-12

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:

«No tienen vino».

Jesús le dice:

«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».

Su madre dice a los sirvientes:

«Haced lo que él os diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dice:

«Llenad las tinajas de agua».

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les dice:

«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:

«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

viernes, 17 de enero de 2025

¿Qué es más fácil?

 San Antonio Abad

Viernes de la I Semana del Tiempo Ordinario

Para la mentalidad judía de la época de Jesús, la enfermedad, especialmente las que desde la niñez mostraban la cara, eran un signo de la manifestación del pecado, un pecado que pasaba de padres a hijos. Quizá así nos resulte más fácil entender esta similitud que se establece en el evangelio de hoy entre el perdón de los pecados y la curación del paralítico. Los humanos somos muy dados a estigmatizar y señalar a nuestros semejantes, mientras que Dios es muy dado a la misericordia. No estaría nada mal que abriésemos el corazón para que esta forma que tiene Dios de mirarnos sea el modelo para nuestras miradas.


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Mc 2,1-12

Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra.

Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

«¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?».

Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo:

«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, coge la camilla y echa a andar"?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: "Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa"».

Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

jueves, 16 de enero de 2025

Compadecido, extendió la mano...

 Santa Beatriz

Jueves de la I Semana del Tiempo Ordinario

Jesús se compadece. Se emociona al ver y escuchar al leproso pidiendo ayuda, reclamando recobrar su dignidad. No olvidemos que la lepra no era solo una enfermedad física, sino que era también social. Hoy también nos emocionamos, de hecho vivimos constantemente en una nube de emociones. Pero Jesús pasa a la acción y restablece a la persona enferma de manera integral. Sus discípulos hoy debemos saber dar ese salto de la emoción ante las situaciones que viven los enfermos, los pobres, los necesitados… y colaborar de manera activa es su restauración.


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Mc 1,40-45

En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:

«Si quieres, puedes limpiarme».

Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:

«Quiero: queda limpio.»

La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.

Él lo despidió, encargándole severamente:

«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó

Moisés, para que les sirva de testimonio.»

Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.

miércoles, 15 de enero de 2025

Todos te buscan...

 San Arnoldo Janssen

Miércoles de la I Semana del Tiempo Ordinario

A veces nos cuesta imaginarnos en un encuentro con Jesús como el que tuvieron sus contemporáneos. Otras veces pensamos que nos resultaría más fácil seguir al Señor. Fácil no, seguro. Pero indiferentes ante los gestos y las palabras del maestro, tampoco. Y es que la cercanía de Jesús a todos aquellos que esperaban algo desde la fe y el resultado de todos los signos que conocemos no dejan indiferente a nadie. Por eso no es de extrañar que la gente se agolpase. Pero ¿entendían el porqué? ¿Lo entendemos nosotros? No bastan los gestos, sino el vínculo y la filiación con Dios Padre. Por eso la oración. Sigamos buscando.


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Mc 1, 29-39

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:

«Todo el mundo te busca».

Él les responde:

«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».

Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

martes, 14 de enero de 2025

Una enseñanza nueva, expuesta con autoridad...

 San Fulgencio

Martes de la I Semana del Tiempo Ordinario

El anuncio de la llega del Reino no es un anuncio vacío. No. Tiene contenido. Y el contenido son los gestos que acompañan a las palabras. Si el reino es la liberación de los oprimidos por el mal, a unos metros aparece el primer signo, la liberación de un endemoniado. La autoridad de Jesús está en su coherencia, en que se cumple lo que anuncia y eso hace que la semilla del reino crezca.


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Mc 1,21-28

En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:

«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».

Jesús lo increpó:

«¡Cállate y sal de él!»

El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».

Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

lunes, 13 de enero de 2025

Os haré pescadores de hombres...

San Hilario, obispo y doctor 

Lunes de la I Semana de Ordinario

La llamada de Jesús es seductora. Las personas no quedan indiferentes y responden a su interpelación. Aquello primeros discípulos se pusieron en camino tras el Señor, lo dejaron todo y se encaminaron en un proyecto que inundaba su vida entera. Pero la llamada de Dios no se acabó en aquel grupo inicial. Hoy Dios sigue llamando y espera nuestra respuesta.


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Mc 1,14-20

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:

«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios.

Convertíos y creed en el Evangelio».

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.

Jesús les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

domingo, 12 de enero de 2025

Este es mi Hijo, el amado...

 Fiesta del Bautismo del Señor

El bautismo no es un gesto sin relevancia en la vida de Jesús. Al contrario, forma parte del inicio de la vida pública, del compromiso consciente con la misión que el padre le la dado. Es un salto cualitativo en la vida de Jesús. Así también lo es en la nuestra. Teológicamente importantísimo y ojalá lo fuera también en la vida cotidiana de los cristianos. Por el bautismo somos constituidos hijos de Dios, amados por él. Pero nuestra misión de cristianos quizá no acaba de tener relevancia. ¿O es que nos falta compromiso?


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Lc 3,15-16.21-22

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:

«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».

Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:

«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

 

viernes, 10 de enero de 2025

Me ha enviado a...

Viernes 10 de enero 2025

La misión del Mesías es profundamente liberadora. Pero no es una misión política, sino que afecta a la propia esencia de la persona. Por eso la descripción de Lucas va a la dignificación de cada persona. Los pobres, los cautivos, los enfermos y los oprimidos son destinatarios primeros de la obra de Dios. Su predilección va encaminada a devolver la dignidad a aquellos que la han perdido o que está en riesgo. La gracia del Señor tiene una dirección concreta, no es caprichosa.


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Lc 4,14-22a

En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.

Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga,

como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí,

porque él me ha ungido.

Me ha enviado a evangelizar a los pobres,

a proclamar a los cautivos la libertad,

y a los ciegos, la vista;

a poner en libertad a los oprimidos;

a proclamar el año de gracia del Señor».

Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:

«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.


jueves, 9 de enero de 2025

No tengáis miedo...

 9 de enero, Tiempo de Navidad

La vida no es un camino fácil. Se hace duro porque surgen los contratiempos, la dificultad y las tormentas que hacen más duro y dubitativo el sendero. Y antes esas tormentas que se presentan en la vida surge, a veces, el desánimo, la tentación del abandono. Por eso la presencia de Dios en nuestras vidas nos fortalece. Sus palabras son un aliento de vida: “No tengáis miedo”. Es el miedo lo que nos paraliza; es la fe la que nos da valor.


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Mc 6,45-52

Después de haberse saciado los cinco mil hombres, Jesús enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.

Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra.

Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo.

Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron.

Pero él habló enseguida con ellos y les dijo:

«Ánimo, soy yo, no tengáis miedo».

Entró en la barca con ellos y amainó el viento.

Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada.

miércoles, 8 de enero de 2025

Dadles vosotros de comer...

 8 de enero

Tiempo de Navidad

A Jesús acuden muchas personas. Acudieron los pastores, también los reyes, pero siguieron acudiendo personas. Todas tenían en común una cosa, buscaban, tenían hambre. Y quizá pensemos que el hambre (la pobreza) es un momento de desesperación en el que las personas se agarran a un clavo ardiendo. Pero es que no solo se trata de personas hambrientas de alimento. A Jesús se acercan hambrientos de todo tipo, los de justicia, los hambrientos de verdad, los de serenidad, los de paz… ¿Tú de qué tienes hambre?


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Mc 6,34-44

En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer».

Él les replicó:

«Dadles vosotros de comer».

Ellos le preguntaron:

«¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?».

Él les dijo:

«¿Cuántos panes tenéis? Id a ver».

Cuando lo averiguaron le dijeron:

«Cinco, y dos peces».

Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.

Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.

Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.

Los que comieron eran cinco mil hombres.

lunes, 6 de enero de 2025

Hemos visto salir su estrella...

 Epifanía del Señor

Nos enseñaron que este día era la fiesta de los reyes magos. Y desde lo que aprendimos hemos construido la fiesta de los regalos de los reyes. Pero quizá no hemos llegado al significado más profundo de este regalo de Dios. Hoy no celebramos la fiesta del consumo, celebramos la fiesta de la manifestación de Dios a todos los hombres, más allá del horizonte cristiano. Aquellos sabios de oriente representan a aquellos hombres que buscan, sin que simpaticen con el judaísmo de la época, o con el catolicismo de hoy. Pero además la manifestación continúa más allá del destinatario, también en el contenido: Dios se da a conocer como rey (oro), como Dios (incienso) y como hombre mortal (mirra). Ahora nos toca a nosotros dar una respuesta.


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Mt 2,1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:

«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:

"Y tú, Belén, tierra de Judá,

no eres ni mucho menos la última

de las poblaciones de Judá,

pues de ti saldrá un jefe

que pastoreará a mi pueblo Israel"».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

domingo, 5 de enero de 2025

A cuantos lo recibieron...

 II Domingo después de Navidad

Dios ya ha hecho acto de presencia en medio de nosotros y nos ha hecho una propuesta. El prólogo del Evangelio de Juan la desgrana. Y de la propuesta pasa a la interpelación directa al hombre: la luz frente a las tinieblas. Ahora nos toca a cada uno de nosotros y a todos, como comunidad, decidir qué camino hemos elegido. El de la luz o el de las tinieblas.


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Jn 1,1-5.9-14

En el principio existía el Verbo,

y el Verbo estaba junto a Dios,

y el Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios.

Por medio de él se hizo todo,

y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.

En él estaba la vida,

y la vida era la luz de los hombres.

Y la luz brilla en la tiniebla,

y la tiniebla no lo recibió.

El Verbo era la luz verdadera,

que alumbra a todo hombre,

viniendo al mundo.

En el mundo estaba;

el mundo se hizo por medio de él,

y el mundo no lo conoció.

Vino a su casa,

y los suyos no lo recibieron.

Pero a cuantos lo recibieron,

les dio poder de ser hijos de Dios,

a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,

ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,

y hemos contemplado su gloria:

gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.