Santa Beatriz
Jueves de la I
Semana del Tiempo Ordinario
Jesús se compadece. Se emociona
al ver y escuchar al leproso pidiendo ayuda, reclamando recobrar su dignidad.
No olvidemos que la lepra no era solo una enfermedad física, sino que era también
social. Hoy también nos emocionamos, de hecho vivimos constantemente en una nube
de emociones. Pero Jesús pasa a la acción y restablece a la persona enferma de
manera integral. Sus discípulos hoy debemos saber dar ese salto de la emoción
ante las situaciones que viven los enfermos, los pobres, los necesitados… y
colaborar de manera activa es su restauración.
Mc 1,40-45
En aquel tiempo, se acerca a
Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y
lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó
inmediatamente y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole
severamente:
«No se lo digas a nadie; pero
para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo
que mandó
Moisés, para que les sirva de
testimonio.»
Pero cuando se fue, empezó a
pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar
abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun
así acudían a él de todas partes.
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