lunes, 6 de enero de 2025

Hemos visto salir su estrella...

 Epifanía del Señor

Nos enseñaron que este día era la fiesta de los reyes magos. Y desde lo que aprendimos hemos construido la fiesta de los regalos de los reyes. Pero quizá no hemos llegado al significado más profundo de este regalo de Dios. Hoy no celebramos la fiesta del consumo, celebramos la fiesta de la manifestación de Dios a todos los hombres, más allá del horizonte cristiano. Aquellos sabios de oriente representan a aquellos hombres que buscan, sin que simpaticen con el judaísmo de la época, o con el catolicismo de hoy. Pero además la manifestación continúa más allá del destinatario, también en el contenido: Dios se da a conocer como rey (oro), como Dios (incienso) y como hombre mortal (mirra). Ahora nos toca a nosotros dar una respuesta.


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Mt 2,1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron:

«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:

"Y tú, Belén, tierra de Judá,

no eres ni mucho menos la última

de las poblaciones de Judá,

pues de ti saldrá un jefe

que pastoreará a mi pueblo Israel"».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

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