Viernes 10 de enero 2025
La misión del Mesías es profundamente liberadora. Pero no es una misión política, sino que afecta a la propia esencia de la persona. Por eso la descripción de Lucas va a la dignificación de cada persona. Los pobres, los cautivos, los enfermos y los oprimidos son destinatarios primeros de la obra de Dios. Su predilección va encaminada a devolver la dignidad a aquellos que la han perdido o que está en riesgo. La gracia del Señor tiene una dirección concreta, no es caprichosa.
Lc 4,14-22a
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga,
como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista;
a poner en libertad a los oprimidos;
a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario