San Francisco de Sales, obispo y doctor
Viernes de la II
Semana de Ordinario
No llamó a quienes se habían
apuntado. No. Llamó a los que él quiso. A los que deseó. Pero sobre todo a los
que amó. Y los llamó para algo especial, para que estuvieran con él, es decir,
para que se vincularan a él y estuvieran en comunión con él. Y estando con él
aprendieran y fueran testigos, es decir, anunciaran lo que veían como signo de
la llegada de un tiempo radicalmente novedoso. Y además, esas palabras
estuvieran acompañadas de gestos. Pues hoy sigue llamando, puede que a ti o a
mí… Y no para cosas distintas a las de antes, sino para lo mismo, para estar en
comunión con él, ser sus testigos con palabras y con gestos. ¿Te animas?
Mc 3,13-19
En aquel tiempo, Jesús subió al
monte, llamó a los que quiso y se fueron con él.
E instituyó doce para que
estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para
expulsar a los demonios:
Simón, a quien puso el nombre de
Pedro, Santiago el de Zebedeo, y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso
el nombre de Boanerges, es decir, los hijos del trueno, Andrés, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y
Judas Iscariote, el que lo entregó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario