Fiesta del Bautismo del Señor
El bautismo no es un gesto sin relevancia
en la vida de Jesús. Al contrario, forma parte del inicio de la vida pública,
del compromiso consciente con la misión que el padre le la dado. Es un salto
cualitativo en la vida de Jesús. Así también lo es en la nuestra.
Teológicamente importantísimo y ojalá lo fuera también en la vida cotidiana de
los cristianos. Por el bautismo somos constituidos hijos de Dios, amados por
él. Pero nuestra misión de cristianos quizá no acaba de tener relevancia. ¿O es
que nos falta compromiso?
Lc 3,15-16.21-22
En aquel tiempo, el pueblo estaba
expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el
Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el
que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus
sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era
bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los
cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una
paloma y vino una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me
complazco».
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