Santo Tomás de Aquino
Martes de la III Semana de Ordinario
Sería muy fácil decir que Jesús reniega de su familia. Pero no es así. La presencia de los más cercanos le sirve a Jesús para interpelar a sus oyentes. Les interpela introduciendo un nuevo valor a la relación del ser humano con Dios, la filiación. Hijos de Dios y hermanos, cuyas consecuencias traspasan todos los posibles obstáculos y resistencias que ponemos a nuestros compromisos. ¿Acaso no nos invita esto a reflexionar sobre nuestros propios lazos con la comunidad de creyentes?
Mc 3,31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
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