sábado, 26 de octubre de 2019

La fuerza transformadora del Evangelio...


Se lleva mucho hoy hablar de los cambios de paradigmas. En definitiva este cambio se demanda ante la situación a la que hemos llegado en algunos de los temas más acuciantes y de actualidad. El cambio climático, la pobreza cronificada, el hambre, la desigualdad, la violencia, etc… En el fondo estamos pidiendo un profundo cambio de hábitos y criterios de actuación, una transformación de las estructuras de funcionamiento de nuestro mundo. Pero podemos enunciarlo de otro modo: necesitamos conversión, cambiar el corazón humano para que pueda transformar la realidad con sus acciones e intenciones.

Lc 13,1-9
En aquella ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
–¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Y les dijo esta parábola:
Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
–Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?
Pero el viñador contestó:
–Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás.

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