San Simón y San Judas, Apóstoles
En los relatos de la vocación de los discípulos siempre se
producen dos aspectos importantes: en primer lugar, es Jesús quien toma siempre
la iniciativa. Así es la vocación. Dios se adelanta y llama por el nombre a los
elegidos. No es una llamada genérica. Es una llamada personal. La respuesta
tendrá que ser, coherentemente, fruto de un encuentro personal y en absoluta
libertad. En segundo lugar, Jesús les da un nombre. A algunos, incluso les
cambia el nombre. Ese nombre lleva implícita una misión. Esto significa que la
llamada del Señor transforma la vida de los elegidos hasta el punto de
cambiarles la misión, la vida. A partir de ahora la vida del discípulo estará íntimamente
ligada a la misión y al Señor.
Lc 6,12-19
Por entonces, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche
orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de
ellos y los nombró apóstoles:
Simón, al que puso de nombre Pedro,
y Andrés, su hermano,
Santiago,
Juan,
Felipe,
Bartolomé,
Mateo,
Tomás,
Santiago Alfeo,
Simón apodado el Celotes,
Judas el de Santiago
y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un
grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén
y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades los
atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de
tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario