Viernes de la XI Semana del Tiempo Ordinario
¡Qué retorcidos somos a veces! No
somos limpios en la forma de ver y mirar a nuestros hermanos y nos convierte en
jueces de los demás. Quienes han sido traspasados por el amor de Dios saben
mirar de otra manera. Los sentidos sanos son aquellos que sienten desde la
integridad del interior del discípulo.
Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos:
«No atesoréis para vosotros
tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los
ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay
polilla ni carcoma que se los roen, ni ladrones que abran boquetes y roban.
Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo.
Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu
cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura,
¡cuánta será la oscuridad!».
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