San Luis Gonzaga
Miércoles de la XI
Semana del Tiempo Ordinario
Lo que Dios mira de verdad y en profundidad es el interior
del ser humano. No se fija en las apariencias, no juzga por lo externo, su
mirada va al centro del hombre, a su profundidad interior, donde está el
verdadero hombre y la verdadera mujer. Ahí es donde nosotros también debemos
mirar, ahí se encuentra nuestro verdadero tesoro.
Mt 6,1-6.16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los
hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de
vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la
trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles
para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su
recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre,
que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les
gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que
los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la
puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo
secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los
hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan.
En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate
la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en
lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».
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