Lunes de la XI Semana del Tiempo Ordinario
Solo un amor radicalmente entregado y generoso es capaz de
romper las cadenas de la justicia humana para adentrarse en el horizonte del
perdón. Quien se siente amado acoge y perdona. Por ello la experiencia del amor
de Dios es la condición esencial del discípulo.
Mt 5,38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por
diente". Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al
contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que
quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien
te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al
que te pide prestado, no lo rehúyas».
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