San Ireneo, Obispo y mártir
Miércoles de la XII
Semana del Tiempo Ordinario
No son pocas las ofertas de felicidad que recibimos cada
día. Pero ¿llenan de sentido nuestras vidas? ¿Buscan de verdad nuestro bien? ¿O
maquillan otros intereses? No es una situación nueva. A lo largo de la historia
han aparecido muchos lobos feroces dispuestos a aprovecharse de la incesante
búsqueda de sentido del ser humano. El discípulo de Cristo tiene las
herramientas para discernir.
Mt 7,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de
oveja, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de
las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero
el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un
árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se
echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».
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