Martes de la XI Semana del Tiempo Ordinario
La oración que Jesús propone a los discípulos es una
oración de confianza. Como nosotros le dirigiríamos a nuestro padre. A quien
sabemos que lejos de juzgarnos busca siempre lo mejor para nosotros. Así es
Dios, un padre que derrocha amor por sus hijos, los guía y acompaña respetando
la más absoluta libertad.
Mt 6,7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los
gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como
ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis.
Vosotros orad así:
"Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal".
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os
perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco
vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
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