Viernes después de Ceniza
En
medio de la sociedad de la abundancia y del hambre, del desigual reparto de los
recursos y de las oportunidades, oímos la palabra ayuno. Lo que para unos es una
obligación para otros es una celebración semifestiva. Y sí, el ayuno es una de
las formas que la Iglesia nos propone en la cuaresma para acercarnos más al
Señor. Un ayuno que no queda en la renuncia a comer carne, sino que tiene que
ayudarnos a transformar nuestro corazón y nuestros compromisos. Renunciar a
bienes, a tiempos para dedicarlo en exclusiva a los apartados por la pobreza y
la desigualdad. Que ese sea nuestro ayuno.
Mt 9,14-15
En
aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por
qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no
ayunan?».
Jesús
les dijo:
«¿Es
que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con
ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
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