viernes, 2 de febrero de 2024

Luz para alumbrar a las naciones...

 La Presentación del Señor

Viernes de la IV Semana T.O.

Quien espera reconoce los signos de la esperanza. Como le ocurrió a Simeón. Tras una larga e incansable espera reconoce en el niño Jesús la grandeza del Dios que se ha hecho hombre por puro amor. En él reconoce la luz que ilumina el sendero de los pueblos y las naciones sin fronteras ni límites. Dios se abre a todos los hombres, razas y pueblos. Quizá esta parte aún no la hemos interiorizado.


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Lc 2,22-32

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:

«Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.»

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